Una
oda a la vida, que nos muestra una vez más que la felicidad no se compra con
dinero
China a finales del año 1999. Dos amigos de
infancia, Zhang y Liangzi, cortejan a Tao, una joven de Fenyang. Zhang es dueño
de una gasolinera y tiene un futuro prometedor. Liangzi trabaja en una mina de
carbón. Tao tiene el corazón dividido entre ambos, pero deberá tomar una
decisión que marcará su vida y la de Dólar, su futuro hijo. Desde una China en
pleno cambio a una Australia como promesa de una vida mejor, la película sigue
las esperanzas, amores y desilusiones de unos personajes durante un cuarto de
siglo.
La
vida, es un cúmulo de experiencias, de grandes contrastes, de aciertos y
errores, de tristezas y felicidades, justamente, el tema principal de MÁS ALLÁ
DE LAS MONTAÑAS, donde acompañamos a una joven mujer por el camino de la vida
durante 25 años, que el director JIA ZHANG- KE, disecciona en tres actos,
llenos de belleza, color y drama emocional, una odisea vital, elegante, delicada, sencilla y luminosa sobre las decisiones que tomamos y como estas afectan al
resto de nuestra vida, así como la evolución y transformación de un país, su
cultura, sus tradiciones a lo largo del tiempo, esto sí es cine.
El primer acto, ambientado en 1999, un gran prólogo, rodado en
4/3, por el afán de reproducir el formato de las cámaras de video de la época,
nos presenta los personajes principales sobre los que se erige la historia, un
triángulo amoroso entre una mujer, la joven TAO (Tao Zhao), el trabajador de
una mina de carbón, LIANGZI (Jing Dong Liang) y el adinerado empresario ZHANG JINSHENG
(Yi Zhang), un triángulo amoroso que se verá truncado por el poder económico de uno de ellos,"lo más difícil del amor es que te importa la persona", al acabar esta larga presentación, aparecen el título de la misma y el
nombre del director, mostrándonos el poder que tiene el pasado y las decisiones
tomadas, erróneas o no, sobre el futuro de las personas.
El 2º acto,
durante el 2014, ya en formato habitual, se centra en otro triángulo, esta vez
el formado entre una madre, un padre y un hijo, el desarraigo de estos dos con
Tao, tras el divorcio, cuya secuencia más brillante, se da cuando TAO entrega a su
hijo Dollar, las llaves del hogar, diciendo, cuando quieres puedes volver a tu
hogar, volver a casa y hablar con tu madre, que nunca te olvida, que te quiere
de verdad.
El último tercio,
nos lleva a la Australia del futuro (2025), donde Dollar , ya un adulto,
intenta encontrar su lugar en el mundo, posiblemente el acto menos brillante,
pero el que da todo el sentido al film, donde la soledad se hace presente en
todos los personajes , mostrándonos que al final del camino lo haremos solos y
es ahí, donde uno se ha de dar cuenta de lo feliz que ha sido, de estar bien con
uno mismo, de perdonarse los errores cometidos, de olvidar las tristezas y
recordar los buenos momentos.
Ocho, son ya los largometrajes, de uno de los directores más prolíficos y brillantes del
panorama actual, JIA ZHANG- KE, es de esos directores ante el que solo puedes quitarte el sombrero, frente a la brillantez de sus obras,
fiel a sí mismo, a sus principios, cine de autor mayúsculo, muestra un
melodrama clásico con una temática muy tratada en el cine, el paso del tiempo
entre generaciones, abandonando la dureza de su film anterior, "un
toque de violencia", para mostrarnos un mundo repleto de emociones,
para deleite del espectador, gracias al retrato intimista a través de los ojos
de su protagonista, para narrarnos con habilidad su evolución interior, una historia
cotidiana, contada con la delicadeza y sutileza de un gran maestro, que en una
entrevista comento "la vida es como
la poesía está llena de belleza", al igual que su cine, cuyo plano
final es una oda a la vida, a la felicidad, cuya belleza estética es un deleite
a la vista, uno de los finales más bonitos junto al de Naomi Kawase en sus "Aguas
tranquilas".
Domina
el ritmo de la película, a través de planos medios, nos muestra una historia de
personajes y deleitarnos con unos paisajes realmente hermosos, cada vez que
abre a plano general.
"Nadie se queda para toda la vida, el destino nos separa", un cine lleno de simbolismos, el perro más fiel que el hombre , tras el paso
de los años siempre está a su lado, no como el marido que la abandona cuando
deja de ser objeto de su deseo, su codicia, o la libertad del mar, frente a unos personajes apresados por la vida, anhelando una libertad que no poseen, un cine como ves, para saborearlo fotograma a fotograma.
La
melancolía y tristeza, que vierte la música de Yoshihiro Hanno, a unas imágenes ya de por sí hermosas, te hacen
sentir un sinfín de tristes
emociones, gracias a sus sutiles toques de piano o de violín, junto con
canciones románticas chinas y al "go west", canción que da sentido al film no solo por su ritmo sino tb por el significado de su letra, todo ello, la convierten en una
banda sonora realmente brillante, que sabe potenciar muy bien el estado de
ánimo de los personajes y tocar el corazón del espectador.
La
película se sustenta gracias al precioso y emotivo trabajo de interpretación de TAO ZAO una
mujer, que ha trabajado constantemente con el director, éste le da un regalo en
forma de papel y ella responde con una actuación de manual, capaz de inundar de
alegría o tristeza la pantalla, dotando al personaje de un sinfín de emociones.
Estamos
ante un cine tan hermosos, que ni mis más bellas palabras, podrán nunca hacerle
justicia, para ser degustado con todos los sentidos, tan preciso en su argumentación y evolución de los personajes, como
hermosos son sus fotogramas, llenos de alma, de luz, de verdad, pero sobretodo
de vida, película con grandes enseñanzas; hay que vivir con las decisiones
tomadas y como el tiempo moldea nuestras vidas, olvidando los sueños, deseos y
fracasos, cuando vuelves la vista atrás te das cuenta que has jugado a ese juego al que llamamos vida.
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