LA SOLEDAD muestra ese Sentimiento de tristeza o
melancolía que se tiene por la falta, ausencia o muerte de una persona y lo
consigue narrando dos historias anónimas, llenas de humanidad y verdad,
captando los momentos cotidianos de sus dos protagonistas y sus entornos
cercanos, mostrando, las alegrías y tristeza, la evolución de sus dramas
personales y las pugnas familiares, ósea la vida.
Crónica de la
vida de dos mujeres. Adela (Sonia Almarcha) es una madre soltera que se
traslada con su niño desde un pequeño pueblo a Madrid. Allí encuentra trabajo y
entabla nuevas amistades, pero, de repente, sucede algo perturbador. Antonia
(Petra Martínez) es la propietaria de un pequeño supermercado de barrio, cuya
sosegada vida se ve alterada por los problemas de sus hijas.
Siempre vista bajo la óptica de JAIME ROSALES capaz de
detener el tiempo, con un ritmo lento y captar la atención del espectador, por
su original propuesta visual, componiendo un retrato perfecto de los dramas y
relaciones familiares.
Divide la película en 3 actos y un epílogo, en el
primero, presenta a los personajes Adela y Antonia, en el segundo muestra las
diferentes situaciones a las que deberán enfrentarse y en el tercer acto muestra
todo el drama, empapando la cámara y los ojos del espectador de tristeza, las
dos historias nunca se entrecruzan, pero crean un complejo entramado, donde ves
como luchan por evitar la soledad y las dificultades de la convivencia, tocando
temas cotidianos como la separación, las enfermedades, las envidias, la falta
de dinero, sobretodo cómo enfrentarse tanto a la vida como a la muerte.
Cine de autor con mayúsculas, bajo la dirección del
barcelonés, Jaime Rosales, quien dota la película de intensidad emocional,
profundidad conceptual y originalidad visual, ésta viene dado por el uso de la
“polivisión”, consistente en dividir la pantalla para ofrecer distintas
perspectivas sobre una misma escena, mientras un espacio es dinámico, en el
otro no pasa nada y parece congelar el momento, dando la sensación que le
interese más el espacio y el tiempo, que los personajes y sus acciones, aun así
sabe retratarlos bien, los actores rompen el tercer plano parece hablen contigo
haciéndote formar parte de la escena.
Usa la cámara estática, no sigue a los
personajes, haciendo gran uso del fuera de campo (personajes se salen del
encuadre), adquiriendo gran importancia el sonido.
El uso de ambos recursos dan esa sensación de
entrometerte en sus vidas, proporcionando un cumulo de planos secuencia rodados
con sencillez, elegancia y contundencia.
Los diálogos son naturales, espontáneos, habituales en
nuestro día a día, usando los silencios no solo para pausar el ritmo, sino
también para decir con gestos lo que no nos atrevemos a decir con palabras, la
ausencia de música consigue que el sonido, los diálogos y los silencios sean
esenciales, a la hora de potenciar el drama y la intensidad emocional.
Una magnífica dirección de actores, cuyas
interpretaciones están a corde, con la cuidada puesta en escena y
planificación, donde el conjunto de actores o actrices, realizan trabajos soberbios,
llenos de verdad y naturalidad, logrando momentos de gran emoción contenida,
permitiendo que la cámara se cuele en sus almas, en sus peores momentos, cuando
les inunda el dolor y la tristeza, logrando que, al espectador le conmueva ver
a Petra Martínez, esforzarse tanto
por poner paz, entre las duras pugnas surgidas entre sus hijas o a Sonia Almarcha, desolada ante el espejo
hundiéndose en su propio dolor, sin olvidar a María Bazán enfrentarse a una operación de riesgo para tratarse de
un duro cáncer, aunque sin duda la escena más trágica y dura es la de la
explosión del autobús, donde el espectador asiste impasible a la desolación, el
humo, los gritos y la gente corriendo de un lado a otro, sin poder hacer nada al
respecto.
La soledad, es una pequeña joya cinematográfica de
cine auténtico, gracias a su sencillez y ritmo ligero es capaz de recoger parte
de la triste y dolorosa realidad de sus protagonistas, con los que fácilmente te
identificas, pues son historias que vivimos a diario, siempre bajo una óptica
honesta, una cuidada puesta en escena y un marcado estilo visual muy personal
al servicio de proporcionar el realismo de una trama, expuesta con toda su
dureza mostrando sus peores momentos y sus miedos interiores, por todo ello es
merecedora, de ser visionada pero nunca en soledad.
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