DETROIT

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A ritmo de Motown, "Nowhere to run" (sin posibilidad de huir), la directora Katheryn Bigelow, retrata el horror, deleitándonos y de qué manera con una película tan magistral en sus formas como necesaria en su fondo,  reconstruyendo con gran rigor, unos insólitos y denigrantes hechos acontecidos hace ya 50 años, aunque por desgracia, vigentes hoy en día, en la extraordinaria película "Detroit", un potente drama desasosegante que deja entrever el problema racial, en el país de la esperanza, de las oportunidades, de la justicia, de la presunción de inocencia y los derechos humanos, todos esos derechos pisoteados por los hechos relatados en una película electrizante, intensa, poderosa, claustrofóbica, frenética y angustiosa, cuyo objetivo es sin duda, no olvidar los errores del pasado para que no se den en el presente.


Mark Boal,  guionista habitual de Kathryn, confecciona un guión perfecto, a partir de los relatos de los propios supervivientes de los hechos ocurridos en Julio de 1967, uno de los levantamientos ciudadanos más violentos de la historia de estados Unidos, centrando su atención en los sucesos acontecidos en el Hotel Algiers, donde un grupo de ciudadanos de color se refugia de los disturbios, en compañía de un par de chicas blancas. Un hecho fortuito, pone en jaque a la policía y a la guardia nacional, que había entrado como refuerzo, rodean el hotel y empieza la mayor pesadilla para los que estaban ahí dentro.

La película la dirige con brillantez Kathryn Bigelow, primera y única mujer ganadora de un premio Oscar a la mejor dirección por "En Tierra Hostil" (2008), quien acostumbra a narrar historias personales y sociales, en medio del campo de batalla, en Detroit continúa su sucesión de oscuras crónicas estadounidenses, acostumbrada a narrar el conflicto fuera de sus fronteras ahora en cambio se adentra en ellas, mostrando esa violencia que tanto caracteriza a su cine en su propia tierra, quizá eso sea lo que la hace tan terrorífica y lo hace llenando las escenas de tensión a través de unos potentes planos cámara en mano, tan característicos de su cine, para mostrarnos lo peor del ser humano, su lado más oscuro, su versión más deshumanizada.

  

La película está dividida en 3 actos de puro cine:
El primer acto, recurre a material de archivo para introducirnos en el momento de la historia, lo que le da un tono muy peculiar a la película, que el excelente director de fotografía Barry Ackroyd aprovecha para rodar con los lentes y objetivos de la época, creando esa textura tan particular, permitiéndole fusionar las imágenes de archivo con la ficción sin notar la diferencia, mostrando unos hechos llenos de dinamismo y energía.

El segundo acto, sin duda lo mejor que he visto en una sala de cine en mucho tiempo, unos hechos que generan repudia en el espectador a través de unas imágenes tan poderosas como traumáticas, generando una profunda reflexión sobre la violencia blanca y el miedo negro, es que la forma que las fuerzas de la justicia tratan a las personas de color, deja entrever un prejuicio, que como vemos en las noticias, aún prevalece hoy en día.

El tercer acto, en cambio ralentiza el ritmo de la película, donde la directora remata y añade complejidad a la película, mostrando cual es el precio de la violencia, después de haberla mostrado en el anterior acto en todo su esplendor.


La película podríamos enmarcarla en ese cine que se está haciendo últimamente, que muestra desde muchos puntos de vista, el problema racial en Estados Unidos, un problema acrecentado desde que está en el poder el actual presidente, estamos hablando de títulos como:  Loving, El nacimiento de una nación, Fences, Moonlight, Figuras Ocultas, sin olvidar el documental "I´m not your negro".

La película se sustenta en el trabajo de dos jóvenes actores que apuntan alto, por un lado John Boyega (Star Wars: El despertar de la fuerza), quien encarna la luz de la historia, un agente del orden tranquilo, ve como por ser negro las consecuencias de sus acciones no valen para nada, el otro es el policía Kraus interpretado magistralmente por Will Poulter, quien seguramente se llevará el Oscar por esta sublime actuación, su personaje es la oscuridad, se gana el odio del espectador, el mismo odio que tiene el personaje hacia las personas de color y se lo hace saber desde su posición de poder, algo realmente lamentable, pues las fuerzas del orden están para "servir y proteger" sobre todo a los más débiles.

Will Poulter - Anthony Mackie - DETROIT

"Detroit", es una de las mejores producciones del año, tan dura como necesaria, es una daga directa a la emoción de un espectador que atiende atónito a unos hechos que nunca deberían haber pasado, donde Bigelow la narra con una contundencia brutal, dominando la tensión como nadie, llevando al espectador en volandas hacia una profunda reflexión, viendo Detroit, no solo vemos violencia, sino también el resurgir de ese movimiento musical de la mano de la Motown, que coge el nombre de la ciudad de los motores, justamente con música gospel, Kathryn cierra una película rogando por que no se repitan los hechos en ella descritos.




           



            


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