El director Iraní Jafar Panahi, fue arrestado por primera vez en Julio de 2009
mientras asistía, a una ceremonia en memoria de una joven manifestante
asesinada durante las protestas que
siguieron a la polémica reelección del presidente Mahmud Ahmadineyad, meses
después le deniegan el visado para asistir al Festival de Berlín.
El 1 de mayo de 2010 le detienen por segunda
vez, pasando 86 días en
prisión, una huelga de hambre y la presión internacional consiguieron su puesta
en libertad, por desgracia a finales de año el tribunal decidió que Panahi no podía
hacer cine durante 20 años, ni conceder entrevistas, ni escribir guiones, ni
viajar al extranjero.
La prohibición le hizo fuerte y rodó “esto no es una película” rodada
en el interior de su propia casa, cuenta su propia vida, la de un hombre al que
le prohíben hacer su trabajo.
Su segunda obra clandestina fue “cortina cerrada” (Closed Courtain 2012), film repleto de
metáforas y símbolos, volvía a desafiar a las autoridades de su país, el Festival
de Berlín le recompenso, con el premio al mejor guion, galardón recogido por su
hija.
Si en 2012 se obro el milagro, pues el hombre que no
puede escribir guiones, ganó un premio al mejor guion, ahora el milagro vuelve
a darse con “Taxi Teherán”
ganado el Oso de Oro a la mejor película, un hombre que no puede hacer
películas la vida no deja de sorprendernos.
Con “Taxi
Teherán”, Panahi, no deja que
nadie conduzca su vida, realizando una road movie, fresca, valiente, épica,
ingeniosa, aguda e inteligente, un claro ejemplo de cómo hacer cine políticamente
incorrecto, toda una declaración de intenciones, un desafío político a las
autoridades Iraníes, digno de ser distribuido, visionado y aplaudido.
Tras rodar sus dos últimas “no películas” en
interiores, Panahi, sale de su encierro y se atreve a bajar la bandera de un
taxi ilegal, recorriendo las calles vibrantes y animadas de Teherán, combina
magistralmente realidad con ficción o lo que él llama docu-ficción, con toques
de humor bien dosificados y un baile de personajes perfectamente coreografiados,
nos ofrece un fascinante retrato de la sociedad iraní, dentro de un espacio
claustrofóbico donde el propio director coloca 3 cámaras pequeñas, recogiendo
pasajeros, mostrándonos sus conversaciones, tocando con valentía todo tipo de
temas, penas de muerte, cine ilegal, testamentos, siendo el momento estelar cuando
aparece la sobrina del director, para hablarnos, de las normas, que debe tener
una película distribuible, según las autoridades iraníes.
“Todas las películas
valen la pena”, el director, nos
da toda una demostración de cómo realizar buen cine, con pocos medios, 32.000€,
3 mini-cámaras, 15 días de rodaje y amigos como actores, donde destacan Hana, su sobrina, Nasrin Sotoudah, su abogada, la mujer de las rosas y el vendedor de DVD, todos ellos hacen
de sí mismos.
Para el cineasta,”dejar de rodar sería como morir”, por nosotros que no sea,
sigue rodando que continuaremos aplaudiendo tu valentía y a la voz de “bravo” disfrutaremos,
de esa forma tan personal e inteligente de hacer tan buen cine BRAVO
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